(el resto de los días del calendario, sobran)

No

No hay cortesía en la rutina

Te arranca la mano

la desliza por la aspereza de su placer cerámico

y ahora 

te manosea ella

empujándote por la ceguera

de una espectacularidad

que 

nace

y muere

en el mismo día

en el mismo sitio

quieta

sin caída

No 

No hay educación

No hay pleitesía

La rutina te obliga a perdonar las mañanas

Al insoportable 

sermón

de su luz de bolsillo

A brindar con copas vacías

la nota muda

que

repica

la súplica por una melodia

Página 110:

el Sol reincidente

Párrafo sexto:

por qué nuestra mirada

saltó

y buscó

un horizonte en el suelo

Líneas 4, 11 y 17:

se pregunta

mientras nos tortura con el desfile de sus comienzos

No

No hay compasión

Tampoco empatía

La rutina simplemente viola la espera 

y cuando 

tus palabras te han abandonado

te asalta

con

respuestas

respuestas que horadan el cuerpo

se acomodan dentro

y pisan

y aplastan

todas las lenguas sin paciencia

que trataban de huir

en busca

de

nuevas bocas

nuevos sabores

nuevas promesas

No

No hay piedad 

No hay salida

Todas

viven muertas

La rutina se ríe 

Siempre encuentra una manera de vivirme

Y mientras, tú, vives en el mientras 

aguantando 

la lluvia de rutinas 

rutinas paralelas 

que 

se besan

y gotean 

la crueldad de una saliva

que me encierra siempre en la misma celda

Tratas de extender la reverencia

aplaudir sus chistes

ser un preso modelo

pero

el techo 

las paredes 

cada vez respiran más alto

cada vez hay menos espacio

y desesperado en la degeneración del tiempo

no dejas de mirar el cajón

donde tienes guardado

ese cambio 

cargado

que espera

la correcta inclinación

del amor

El cielo 

deshoja

la boca de un disparo

Una herida blanca surca la tersa piel de la oscuridad  

La sien necesita otra manera de querer

Pero nunca llega el 

remedio

de

un

para siempre

y el momento se atasca

y la bala no avanza

y lo diferente se pudre 

en una lejanía aritmética 

que

te 

golpea de cerca

Y te lo recuerda:

mi primer

mi último 

todos mis segundos 

Son suyos

Y mío es 

el descanso fresco de la piel

cuando 

una me suelta la mano

y la siguiente me la vuelve a coger

Y la miro

a la nueva

a la misma

Os reís

pero esta cara 

es el único siempre

es el único tiempo

que 

veréis

No seáis tímidas

Pasad

Bienvenidas

al resto

de vuestras vidas

Anterior
Anterior

a la mentira siempre le sobran padres

Siguiente
Siguiente

intentarlo siempre fue suficiente